El principio del vuelo ha pasado sin problemas. El avión siguió su camino, lo que lo llevó a pasar arriba de la zona del Triangulo de las Bermudas. El clima no estaba muy bueno, pero era cosa normal en este periodo del año: Tormentas repartidas y pequeñas turbulencias señaladas. El pilota (el teniente John G Leonard) conocía bien esta área, y además, el avión disponía de un radar climático (un ASP-42): ningún riesgo de caer en la trampa de un clima imprevisto. De hecho, el avión volaba a 17000 ft (5200 metros de altura): suficientemente alto para evitar la mayor parte de las nubes y turbulencias. A las 11h30, el equipaje contactó el suelo para dar información sobre su posición, como lo pedía el procedimiento. Las señas transmitidas eran 38°06'N 69°12'W o sea a 650 km. de distancia de las costas Norteamericanas. Poco tiempo después, la comunicación con el avión fue perdida repentinamente. El avión nunca llegó a su destino. Muy rápidamente los refuerzos se pusieron en marcha. Pero el 4 de Noviembre, después de 4 días de búsqueda sin resultados, las investigaciones fueron abandonadas. De todas maneras, las malas condiciones meteorológicas no permitían seguirlas. El avión y sus ocupantes nunca estuvieron encontrados. Varias hipótesis sobre este caso:
«La opinión de la oficina es que el R7V-1 BuNo 128441 encontró una fuerza repentina y violente que no pudo estar controlada por un esfuerzo humano, lo que hizo que el avión fue incontrolable. El origen de esta fuerza sigue desconocida.»
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